Pequeños avances creativos pueden producir resultados descomunales.
Muchas personas creen que solo un selecto porcentaje de la población puede ser creativo. En realidad, la mayor parte de los momentos creativos provienen de gente común y corriente que, en el transcurso de su vida cotidiana, realiza pequeños cambios que producen resultados extraordinarios. Pensemos en Starbucks: Después de que el entonces director de marketing Howard Schultz visitara Italia y conociera el café y las cafeterías de estilo italiano, la empresa pasó de ser una distribuidora de granos de café a una cadena de cafeterías de gran éxito dedicada a la torrefacción y elaboración de espresso.
Cuando las personas aplican la creatividad a las cosas que les rodean, se produce la innovación. Aprender a detectar las oportunidades de cambiar las cosas, a “creativizar”, define la mentalidad creativa. Esta mentalidad es el resultado del dominio de seis habilidades concretas:
Clarificar – La capacidad de identificar un problema o reto que merece la pena abordar.
Replicar – La capacidad de situar lo existente en un nuevo contexto.
Elaborar – La capacidad de vincular cosas aparentemente dispares para crear algo novedoso.
Asociar – La capacidad de utilizar el pensamiento análogo para resolver problemas.
Traducir – La capacidad de transmitir su visión a los demás.
Evaluar – La capacidad de elegir la mejor idea.
La creatividad empieza por adoptar la mentalidad adecuada.
Antes de empezar a trabajar en las seis habilidades de la creatividad, hay que entender la mentalidad creativa, lo que significa ser capaz de ver las posibilidades creativas inherentes a la vida cotidiana. El padre del autor Jeff DeGraff, por ejemplo, era un maestro de la mentalidad creativa. Cuando DeGraff quiso ser un caballero para Halloween, su padre utilizó objetos domésticos para construir un disfraz fantástico. Cuando el vehículo de la familia se averió durante un paseo en el campo, su padre hizo autostop hasta el basurero para encontrar piezas.
“La mentalidad creativa es un estado de ánimo, una forma de pensar y una manera de ver las oportunidades para salpicar de creatividad las prácticas ordinarias.”
Según el investigador Paul Torrance, las personas creativas son flexibles, disfrutan de la complejidad y la incongruencia y cuestionan el statu quo, entre otros atributos. No es necesario nacer con estos rasgos; se pueden aprender. Empiece por examinarse a sí mismo. Pregúntese cuándo y cómo se siente más creativo. Haga una costumbre anotar sus ideas. Preste atención a qué personas y situaciones le dan energía. Pregunte cómo abordarían los retos que se le presentan a las personas creativas que conoce. No ignore las cosas que no cuadran o que van en contra de las expectativas. En lugar de aceptar las normas y procedimientos como ley, pregunte por qué se hacen las cosas de una determinada manera. Acepte la flexibilidad y las nuevas formas de hacer las cosas. Imagine su futuro ideal y trabaje para conseguirlo.
Clarificar: Determine qué debe cambiar.
Antes de poner en marcha la creatividad, identifique exactamente qué le gustaría cambiar y por qué. Por ejemplo, cuando Meredith decidió que necesitaba encontrar un trabajo nuevo, le costó trabajo articular qué tipo de cambio deseaba. La respuesta no quedó clara hasta que se dio cuenta de que no quería un trabajo diferente, sino que quería cambiar de carrera. Entienda qué problema está tratando de resolver antes de idear una solución creativa.
“Plantear una solución sin entender el reto es como tener una respuesta sin conocer la pregunta.”
Para identificar correctamente lo que debe cambiar, preste atención a las situaciones y cosas que le rodean. Considere por qué las personas crearon los productos que encuentra. ¿Qué problema resolvió su innovación? ¿Se le ocurre una forma mejor para resolver ese problema? Pregunte a proveedores, distribuidores y prestadores de servicios qué piensan de su propuesta de producto o servicio. No tenga miedo de pensar en pequeño.
En lugar de tratar de crear algo desde cero, busque ajustes que pueda hacer a productos o servicios existentes que ayuden a cubrir un nicho no atendido. Por ejemplo, los creadores del superglue pensaron en su producto para uso doméstico, pero los profesionales de la medicina lo aplican ahora para ayudar a cerrar heridas. Mantenga los ojos abiertos para detectar sistemas o servicios ineficientes que pueda renovar o simplificar.
Antes de empezar a trabajar, asegúrese de que tiene una auténtica pasión por el proyecto que se propone y una visión clara del resultado que espera conseguir. Confirme que el objetivo que ha elegido es posible y ofrece un buen rendimiento de su tiempo. Considere qué debe aprender para hacer realidad el proyecto. Elabore una declaración de misión clara que defina el proyecto, exprese quién participará y cómo, indique dónde y cómo se llevará a cabo el proyecto, y explique por qué es importante. Anote todos los datos que recoja por el camino, desde hechos y resultados de pruebas hasta impresiones y creencias.
Replicar: Aplique una idea exitosa a un contexto nuevo.
Algunos de los mejores avances creativos provienen del simple hecho de colocar una cosa, idea o práctica preexistente en un nuevo contexto. Por ejemplo, la Clínica Mayo aplicó las prácticas de atención al cliente del Ritz-Carlton para mejorar la experiencia de sus pacientes. El éxito de la replicación depende de la observación e identificación de patrones que merezcan ser duplicados. Encuentre inspiración relacionada con la replicación en:
Visitar un lugar nuevo o examinar un lugar conocido con nuevos ojos – Conviértase en un explorador. Vaya a comer a un lugar nuevo o asista a un evento nuevo. Ponga atención, por ejemplo, a cómo los empleados atienden los pedidos de los clientes en su cafetería. Fíjese en los patrones y, más tarde, reflexione sobre cómo lo que ha visto podría tener valor en otro contexto.
Buscar personas con perspectivas diferentes a las suyas – Cuando pasa tiempo solo con personas afines, es menos probable que descubra puntos de vista que despierten el pensamiento creativo. Busque personas de religiones o puntos de vista políticos diferentes. Considere si su visión del mundo puede impedirle ver buenas ideas porque chocan con sus creencias preexistentes.
Tomar inspiración de la naturaleza – Desde Leonardo da Vinci hasta los ingenieros de IA de hoy, los seres humanos han encontrado un potencial innovador en sus observaciones del mundo natural. Cuando necesite inspiración para un proyecto, pase tiempo al aire libre y observe el funcionamiento de la naturaleza: cómo se comportan los animales y las plantas, la forma y el flujo de los elementos geológicos o cómo cambian los elementos con las estaciones.
Elaborar: Conecte ideas para crear algo nuevo.
En su libro El acto de la creación, el novelista Arthur Koestler plantea el concepto “bisociativo”. Se trata de la idea de que cuando se está en un estado de relajación, los seres humanos conectan instintivamente ideas aparentemente dispares –lo racional y lo intuitivo– y logran avances creativos. De ahí que una persona piense en “cuchara” y “tenedor” y se le ocurre la idea del “cuchador”. Las lluvias de ideas ejemplifican este proceso: una idea controladora guía a un grupo en una sesión de intercambio de ideas. Dentro de esa estructura, los participantes comparten lo que se les ocurre y van desarrollando sobre la base de las ideas de los demás.
“Elaborar es algo que el cerebro hace casi automáticamente. La clave es no forzar las conexiones, sino simplemente permitir que sucedan.”
Desarrolle su capacidad de elaboración de tres maneras sencillas:
Pruebe la asociación de palabras – Elija una serie de palabras al azar de un diccionario y relacione su proyecto con cada una. A menudo, las palabras que parecen tener menos relación con su reto son las que le aportan las ideas más útiles.
Pregunte – Haga seis preguntas sobre el reto al que se enfrenta y utilice sus respuestas para generar nuevas ideas: ¿puede sustituir, combinar, adaptar, aumentar, eliminar, invertir, o dar otros usos?
Emplee el pensamiento lateral – Aproveche el enfoque de Edward de Bono y considere su problema de seis maneras distintas: objetivos (procesos), información (hechos), emociones (intuición), juicio (pensamiento crítico), optimismo (ánimo) y creatividad (nuevas posibilidades). Si es posible, reúna a seis personas, haga que cada una represente uno de estos puntos de vista y a continuación discuta el problema desde sus perspectivas asignadas.
Asociar: Cree analogías que le ayuden a identificar problemas y sintetizar ideas.
¿En qué se parece un proyecto empresarial a una carrera de NASCAR? El auto es como el proyecto y el gerente es el piloto; los distintos equipos actúan como el equipo de boxes, y los clientes son los espectadores en las gradas. Esta metáfora ayudó a un grupo de gerentes en entrenamiento a considerar cómo los distintos aspectos de la organización debían coordinarse para tener éxito. Pregunte qué aspectos de la carrera le faltan a la organización y señale los problemas que la empresa debe abordar para avanzar. La asociación consiste en enlazar ideas y descubrir conexiones que permitan el nacimiento de algo totalmente nuevo o más complejo que los propios elementos individuales.
Las analogías hacen que la novela resulte más familiar o, alternativamente, animan a la gente a pensar en cosas conocidas de forma nueva. Para reforzar su capacidad de asociación, intente crear analogías entre un proyecto o reto y algo que conozca bien de algún otro aspecto u objeto de su vida.
Traducir: Haga que su visión sea cautivadora a través de una narración memorable.
Cuando se trabaja en un producto, servicio u otro proyecto innovador, hay que obtener el apoyo de los demás. Ello exige construir una narrativa que haga que la gente se interese y se involucre en la idea. Por ejemplo, el líder indio Gandhi pintó una vívida imagen de las posibilidades inherentes al autogobierno para unir al pueblo indio contra el colonialismo británico. Hay muchas maneras de contar una historia. Cómo cuente la historia influye en cómo la recibe el público.
Para construir historias más eficaces:
Haga un storyboard – Cree una representación visual del arco narrativo que quiere seguir. Reúna a su equipo. Defina el problema o desafío y elija un tema relacionado con ese proyecto. Haga una lluvia de ideas de hechos e historias relacionadas con ese tema, y luego repita el proceso con otros temas. Cree una narración cohesiva a partir de esas partes. Experimente y reorganice los elementos de su historia hasta que el grupo considere que ha encontrado el arco más eficaz para el público objetivo y esboce una representación visual.
Utilice las morfologías – La morfología se refiere al estudio de la construcción de las cosas y cómo cambian. Del mismo modo que se descompone una narración en sus componentes, desglose un producto o problema de forma que le permita encontrar una amplia gama de opciones o soluciones. Los bolsos, por ejemplo, pueden estar hechos de cualquier material, en una gama de colores, tamaños y estilos. Por lo tanto, puede crear bolsos para todos los gustos y estilos de vida.
Imagine escenarios hipotéticos – Piense en cómo las distintas tendencias y desarrollos sociales, económicos, políticos y tecnológicos pueden afectar al problema que quiere resolver. Imagine los mejores y peores escenarios para cada tendencia o evento. Identifique los escenarios que parezcan más probables.
Evaluar: Elija las ideas ganadoras.
La selección de las mejores ideas requiere un pensamiento divergente y convergente. La fase divergente implica generar muchas ideas, independientemente de lo descabelladas que puedan parecer. Desafíese a pensar en cosas que puedan sacudir el mercado, despertar el interés de los clientes o crear nuevas capacidades. Luego, con las ideas en la mano, aproveche el pensamiento convergente para juzgar la calidad, el riesgo y la aplicabilidad de cada una. Pregúntese si esa idea se ajusta a su presupuesto y a sus limitaciones de tiempo. ¿Requiere una nueva infraestructura? ¿Responde a una necesidad real? ¿Puede obtener fácilmente el apoyo de consumidores y líderes del sector? Elija las ideas que crea que tendrán mayor efecto, pero que sea capaz de ejecutar con bastante facilidad.
Reúna estos seis elementos para facilitar el éxito.
No hay una forma correcta o incorrecta de poner en práctica las seis habilidades creativas en un proyecto o reto. En diferentes momentos puede emplear las habilidades en un orden diferente o depender más en una habilidad que en otra. Es posible que no tenga un control total sobre cuándo surja la creatividad, pero puede aumentar sus posibilidades de tener un momento de revelación si toma tiempo para reflexionar o meditar cada día, sale y hace ejercicio, y busca entornos similares a los que despertaron su creatividad en el pasado.
Sobre los autores
Jeff DeGraff es profesor de gestión y organizaciones en la Ross School of Business de la Universidad de Michigan. Staney DeGraff es director general de Innovatrium.