La sociedad necesita experimentar un nuevo Renacimiento que supere las limitaciones del pensamiento tradicional occidental.
Para la humanidad, el Renacimiento significó el abandono de los viejos dogmas del conocimiento medieval; el pensamiento escolástico religioso fue sustituido por uno racional, lógico y argumentativo. Esta transformación dio lugar a la ciencia moderna y produjo un desarrollo inédito de la tecnología. Desde entonces, muchos consideran al pensamiento lógico-racional como el medio superior de conocimiento y resolución de problemas.
Sin embargo, para encarar los retos globales del presente es necesario corregir los excesos y desvíos provocados por la preeminencia del pensamiento lógico. La inteligencia tradicional fomentada en las escuelas no basta para superar los prejuicios personales ni los sesgos cognitivos, tampoco para tomar distancia ante las propias creencias y fanatismos. Por ello, es necesario enseñar a pensar críticamente en los centros escolares, además de comprender cómo se construyen las certezas en la mente humana y estar prevenidos ante las trampas que llevan a una percepción complaciente, distorsionada del mundo.
La ciencia ha demostrado que existen otras formas de pensamiento más innovadoras, como el pensamiento creativo y perspicaz. La mente no siempre utiliza el pensamiento lógico para resolver problemas. La educación del futuro debe incorporar a sus programas actividades que den cuenta de otros tipos de pensamiento y los fomenten.
El último Renacimiento resucitó y lustró los métodos de Sócrates y de los otros pensadores de la edad de oro de la filosofía griega.
La percepción sobre un acontecimiento no se modifica con la presentación de evidencias lógicas sino a través de un estímulo emocional.
La filosofía y la lógica han abordado el tema de la construcción del conocimiento. Sus métodos se fundamentan en la búsqueda de la verdad. Sin embargo, hasta ahora ninguno de ellos había explicado cómo se construyen los sistemas de creencias y la percepción en la mente humana. Esto es fundamental, puesto que los discursos lógicos y racionales no son suficientes para hacer cambiar de opinión a una persona. La percepción de la realidad no se modifica a partir de la presentación de evidencias. Los estudios modernos apuntan a que la percepción se modifica a partir de estímulos emocionales.
El humor, por ejemplo, brinda un estímulo emocional que puede crear nuevos patrones en las conexiones neuronales y cambiar la percepción sobre un hecho. La literatura y las expresiones artísticas también tienen un efecto similar, que es posible medir a nivel fisiológico en el cerebro.
Yo sostengo que nuestra incapacidad de progresar en los asuntos humanos se debe a nuestros hábitos tradicionales de pensamiento.
El cerebro humano es un sistema autorganizador de patrones asimétricos.
Aún hay muchos científicos de diversas áreas del conocimiento que ignoran los avances de la neurociencia y consideran que todavía se está muy lejos de desentrañar el funcionamiento de la mente humana a nivel fisiológico.
No obstante, hoy día se sabe que el cerebro es un sistema activo y autorganizador, el cual guarda información sobre los cambios en el tiempo. Además, se tiene una idea bastante clara de su funcionamiento y cómo surge la mente.
El sistema nervioso del cerebro puede compararse con una red pulpos que llenaran una playa. En lugar de ocho extremidades, los pulpos tendrían cientos de ellas con las que se enlazarían con los pulpos a su alrededor y con otros más distantes. Cuando un grupo de pulpos recibe un estímulo del exterior, como podría ser la luz de un helicóptero, este se excita y despierta a los pulpos con los que está unido. A medida que algunos grupos de pulpos reciben estímulos con mayor frecuencia, producen conexiones más fuertes entre sí, de manera que crean patrones que tienden a repetirse, aunque los estímulos externos no sean los mismos.
Para cualquier pulpo, tomado aisladamente, el hecho de despertar y activarse vendrá determinado por el número de descargas que reciba de pulpos que ya se han despertado (dicho en otras palabras, del número de tentáculos del grupo que descansen sobre su cuerpo) y por el grado de ‘dolor’ que exista debajo de estos tentáculos (dicho de otro modo, depende de con cuánta frecuencia ha estado activo el pulpo cuando el otro grupo ha permanecido activo).
Para generar un comportamiento diferente es necesario recibir estímulos emocionales que generen patrones diferentes, o asimétricos, a partir de un mismo estímulo. Esto lleva, literalmente, modificar los prejuicios personales y abrirse a nuevas ideas.
La percepción humana tiene una base fisiológica que es posible desentrañar.
Los prejuicios y etiquetas que aceptan comúnmente las personas tienen una base fisiológica en los patrones del sistema nervioso del cerebro. Diferentes patrones llevarán al mismo patrón estable, el cual se refuerza con la edad, haciéndolo difícil de abandonar. A partir de diferentes disparadores, las neuronas se activan de acuerdo a secuencias se han ido fijando. De esta manera, las personas se acostumbran los comportamientos y conclusiones que fortalecen patrones previos.
Por fortuna, la asimetría de patrones el sistema nervioso permite crear nuevos patrones a través de diversos mecanismos. Ciertos estímulos generan nuevos patrones y conceptos. Asimismo, es posible descubrir respuestas a través de un pensamiento intuitivo que toma una especie de atajo mental para descubrir respuestas que a veces no se están buscando. Muchas innovaciones y buenas ideas solo cobran sentido cuando se miran en retroceso. En principio, no es claro qué conocimiento generará una innovación y cuál será desechado. De esta manera, es recomendable aprender las cosas desde sus conclusiones hasta sus causas y entender que las ideas realmente novedosas han de carecer inicialmente de verdadera lógica.
La intuición es la elaboración gradual de patrones de fondo que a menudo no pueden ser expresados con palabras o ni siquiera son conscientes.
Es necesario generar nuevos patrones en el sistema nervioso del cerebro para evitar las trampas de los patrones viciados.
Si bien el cerebro tiende a cumplir un patrón determinado sin importar que los estímulos varíen un poco entre sí, la respuesta también viene determinada por el contexto del estímulo. Sin embargo, con el tiempo la mente se acostumbra a preferir y enfocar los estímulos que refuerzan los patrones establecidos que terminan por convertirse en creencias. De esta manera, la lógica se vuelve selectiva y tiende establecer conclusiones que refuercen los patrones predispuestos. Ante una serie de datos de la realidad, se tiende a darles sentido y crear las asociaciones preferidas.
Es así que un concepto como el libre albedrío puede observarse con nuevos ojos, puesto que los patrones pueden ser instaurados en el sistema nervioso del cerebro, por ejemplo, a partir de la hipnosis. De esta forma, puede generarse temporalmente un comportamiento que es programado y percibido como voluntario.
Creo que muy pronto seremos capaces de desentrañar de una manera definitiva la mecánica neurológica del interés.
El pensamiento está delimitado por el lenguaje.
El lenguaje domina y determina el pensamiento. No es posible pensar cosas para las que no se tienen palabras. De hecho, las palabras determinan en sí mismas una concepción del mundo. La palabra “arriba”, por ejemplo, no denota un punto neutral en el espacio, sino que se encuentra determinada por todo un sistema artificial espacial por el que se rige el ser humano. El lenguaje moderno se caracteriza por el despliegue de conceptos opuestos que dan una imagen del mundo dividida en dos aspectos. Por ejemplo: bueno, malo; correcto, incorrecto; verdadero, falso.
Clasificar de esta manera el mundo suele llevar a reduccionismos peligrosos, puesto que la realidad suele ser mucho más compleja y ambivalente, y rebasa las lógicas binarias. Es así que los conceptos se congelan en el lenguaje y se vuelven inamovibles. El lenguaje mismo predispone una concepción reducida del mundo.
La búsqueda de los japoneses de la calidad en la fabricación es interminable porque, por muy bueno que sea algo, siempre existe la posibilidad de mejorarlo.
El pensamiento lógico no posee los elementos creativos, generativos ni productivos necesarios para resolver problemas.
El pensamiento científico tradicional opera con base en hechos comprobables y en el conocimiento acumulativo, a partir de las fuentes existentes. Sin embargo, esto puede limitar el pensamiento y el desarrollo de la innovación.
En primer lugar, si solo se han de mejorar las cosas que fallan, se está limitando la aplicación de la creatividad a otros espacios de la realidad cotidiana. Algo similar sucede con las matemáticas, en tanto que sus resultados están limitados por la lógica numérica.El objetivo del pensamiento no debe ser simplemente la resolución de problemas.
Para superar las limitaciones propias hay que ir más allá del pensamiento lógico de las parejas conceptuales que han dominado el pensamiento occidental. La lógica de una sola verdad polarizada e incompatible con otras visiones ha llevado a numerosos totalitarismos y visiones absolutas del mundo. Además, detrás de la lógica del debate y la argumentación, lo que subyace es el deseo de dominio y triunfo a la hora de confrontar ideas: muchas veces el deseo de demostrar los propios conocimientos es más importante que el conocimiento mismo, construido en equipo.
Los científicos se aferran a una sola forma de ver las cosas. Resisten y rechazan los esfuerzos de cambiar un punto de vista hasta que al fin, mucho más tarde, las pruebas son abrumadoras.
La creatividad humana no sigue un camino lógico tradicional.
Solo hasta hoy la ciencia ha permitido conocer el funcionamiento de la creatividad y su base fisiológica; la creatividad es la capacidad para generar patrones asimétricos y generar nuevas ideas. Las operaciones de innovación más sorprendentes de la mente no se hacen por caminos lógicos, sino intuitivos y creativos. Es por ello que el arte sirve para crear nuevas percepciones gracias a su potencial emotivo. Entre todas las artes, la poesía es especialmente poderosa para generar nuevos patrones a partir de un discurso acumulativo y metafórico, no lineal.
Para producir nuevas ideas y poder analizar mejor un asunto desde distintos ángulos, es conveniente usar la técnica de los “Seis sombreros”. Es técnica permite recrear artificialmente circunstancias para ejercitar el pensamiento, las cuales se caracterizan a través del uso de seis sombreros, con los cuales se busca fomentar un tipo de pensamiento, adoptando la mente de un personaje. Cada uno de ellos se caracteriza por cumplir una función específica:
- “Sombrero blanco” – Atiende a los datos y la información objetiva.
- “Sombrero rojo” – Permite la intuición libre e irracional, atendiendo a los sentimientos.
- “Sombrero negro” – Considera la precaución y la distinción de los peligros.
- “Sombrero amarillo” – Es optimista y se centra en los beneficios.
- “Sombrero verde” – Es creativo, busca alternativas y nuevas ideas.
- “Sombrero azul” – Evalúa el asunto en perspectiva general, intentando integrar las diferentes perspectivas.
El uso de una prenda de color distinto para cada operación predispone al subconsciente para abandonar los patrones tradicionales e intentar acercamientos nuevos a un asunto.
Los sentimientos con respecto a la guerra han pasado del entusiasmo (también fomentado en su día por el arte) a la repelencia, gracias a la literatura, el cine y la televisión.
Las instituciones deben renovarse a partir de una nueva forma de pensamiento.
La lógica de la evolución asume que los sistemas mejoran a partir de los avances que ya se han logrado. Esto crea una visión inamovible de la historia y la tradición que suele tener un peso negativo en la construcción del conocimiento en los centros tradicionales de estudio. La lógica del siguiente paso es errada puesto que a veces hay que regresar varios pasos para construir un camino mejor. La educación privilegia el pensamiento lógico argumentativo, que además favorece un pragmatismo peligroso e irreflexivo.
Los medios de comunicación masiva pueden regular directamente las percepciones, y eso les otorga un enorme poder tanto para bien como para mal.
En este sentido, no solo la educación sino otras instituciones, como los medios de comunicación, deben reconsiderar sus principios y su proceder más básico. Asimismo, se debe romper el aislamiento compartimentalizado en la especialización, además de crear un nuevo lenguaje para permitir la comunicación y la interdisciplinariedad que demanda el mundo de hoy.
Sobre el autor
Edward de Bono es un reconocido psicólogo y escritor de prestigio internacional. Una de las autoridades en el campo de la creatividad y el pensamiento humano, ha sido docente en las universidades de Oxford, Cambridge, Londres y Harvard.