Hay nueve estrategias fundamentales de inteligencia emocional que los líderes pueden ejecutar ante una crisis.
La inteligencia emocional es la capacidad de comprender e identificar las reacciones emocionales propias y las de los demás con precisión. Implica regular las emociones y aprovecharlas en la toma de decisiones correctas y en la ejecución de acciones eficaces. La inteligencia emocional y su gestión estratégica son esenciales para que los líderes enfrenten situaciones críticas e influyan positivamente en sus colaboradores.
“En 1990, Peter Salovey, de la Universidad de Yale, y Jack Mayer, de la Universidad de New Hampshire, publicaron un artículo en una revista científica en el que propusieron la existencia de una «inteligencia emocional»”.
Con frecuencia, los líderes gestionan correctamente sus propias emociones, no así las de los demás. Esto representa un desafío tanto para ellos como para sus organizaciones, las cuales deben coadyuvar en el fomento de una gestión con inteligencia emocional. Los estudios demuestran que los líderes más valorados son empáticos e inspiradores. A partir de una serie de entrevista a líderes ejemplares de diversas organizaciones, se han identificado nueve estrategias de inteligencia emocional, que estos han utilizado en situaciones críticas.
La primera estrategia es monitorizar el clima emocional.
Estar atento a la atmósfera de las reuniones y las emociones de las personas le permite detectar problemas potenciales, como el desánimo, el cual podría contagiarse a otros niveles de la organización, o la inconformidad de un empleado. Esta información es de gran valor para un líder y le permite actuar a tiempo y anticiparse a los conflictos destructivos en el seno de la organización. Para fomentar un ambiente de confianza, el líder debe conocer el efecto en el ánimo general de medidas como el aumento de la presión laboral o los despidos.
“Además de impulsar la moral y gestionar el cambio estratégico, monitorizar el clima emocional ayudó a los líderes a diagnosticar y afrontar los conflictos en el seno de sus equipos”.
Para tomar el pulso emocional en una situación, escuche con atención a los demás y fíjese en su lenguaje no verbal. Así podrá detectar distracciones, desinterés o animadversión en el ambiente. Tome en cuenta además los temas resaltados y las omisiones significativas durante una interacción, e incluso las ausencias de sus colaboradores. Todo ello le permitirá detectar problemas y oportunidades, además de pensar en soluciones. Buscar la opinión de un colaborador para que ambos cotejen impresiones resulta especialmente útil.
La segunda estrategia es expresar sus emociones para motivar a los otros.
Dejar que los otros sepan cómo se siente puede incidir positivamente en la relación con su equipo. Expresar su tristeza y aflicción ante situaciones justificadas puede motivar a los demás y cultivar una relación positiva. Los líderes obtienen resultados notables cuando expresan emociones negativas como tristeza y dolor, y resultados buenos al expresar entusiasmo y admiración. Incluso, expresar enojo de manera breve y acotada puede mostrar determinación en el líder en ciertas situaciones, como al defender a su equipo de cierta injusticia corporativa. Con todo, el entusiasmo suele ser la expresión emocional más eficaz y poderosa.
“Los teóricos evolucionistas creen que la expresión de la emoción constituye una importante función adaptativa para muchas especies, incluida la nuestra”.
Una de las mejores maneras de expresar sus emociones e influir en los demás es a través de historias, las cuales tienen un enorme poder. Las historias le permiten transmitir emoción en diversos niveles. Comparta sus experiencias trascendentes de aprendizaje y crecimiento para atrapar la imaginación de sus colaboradores. Recuerde seguir la estructura tradicional del relato: planteamiento-conflicto-desenlace. Llevar un diario en donde registre sus emociones e ideas puede permitirle conocerse mejor y aumentar su inteligencia emocional.
La tercera estrategia es considerar en qué medida su propia conducta influye en las emociones de los demás.
Entender las causas y los efectos de las emociones le permite anticipar cómo sus acciones podrían influir emocionalmente en los otros. Debe tener en cuenta que la distracción y el extravío de un líder se contagian a su equipo. Asimismo, sus sentimientos positivos contribuirán a establecer una atmósfera positiva para todos. Las acciones simbólicas y el reconocimiento refuerzan la lealtad del equipo, el cual reacciona positivamente ante la presencia física del líder en caso de una crisis.
La mejor manera de empezar a hacerse consciente de su efecto en las emociones de los demás es reflexionar sobre el impacto de los demás en sus propias emociones. Piense en las ocasiones en que se ha sentido molesto con alguien durante una interacción y pregúntese cuáles fueron las causas específicas de su molestia y cómo respondió usted. Haga la misma reflexión con respecto a una situación contraria, en la que haya experimentado emociones positivas tras una interacción. En ocasiones, pequeños gestos como saludar personalmente a todos sus colaboradores o adoptar un tono más cordial pueden mejorar notablemente su influencia en las personas.
“La historia ofrece muchos ejemplos dramáticos de cómo los líderes han utilizado actos simbólicos para influir en los demás a través de canales emocionales”.
La cuarta estrategia es ponerse en el lugar de los otros.
Los líderes deben mostrar apertura y disposición para entender las razones de los sentimientos de las personas. Esta práctica no solo fomenta la empatía y mejora las relaciones, sino que también mejora el análisis y la toma de decisiones. La empatía significa escuchar y comprender a los demás, sin darles consejos no pedidos. Los líderes inteligentes recurren a su propia experiencia para mejorar su empatía, comparando la situación de sus colaboradores con las propias.
“La investigación confirma que somos más empáticos y solidarios con los demás cuando somos conscientes de sus experiencias”.
La quinta estrategia es descifrar las dinámicas emocionales subyacentes en una situación.
La resolución de problemas no es un proceso exclusivamente cognitivo y analítico; la dinámica subyacente de un problema tiene a menudo un componente emocional. En muchos casos, la habilidad de un líder para entender las emociones y su funcionamiento es particularmente útil al descubrir qué ha sucedido en una situación particular conflictiva en la interacción de los equipos.
Esto es especialmente útil al analizar también sus propias emociones en el ámbito profesional. Identificar las situaciones y detonantes que los han llevado a perder el control en un momento dado, así como aquellos que los motivan positivamente, mejora su bienestar y desempeño. Los líderes inteligentes, en términos emocionales, son capaces de mantener la calma y concentración para enfrentar desafíos organizativos, puesto que han aprendido a reconocer con facilidad estos detonantes emocionales que podrían afectar negativamente su propio rendimiento.
“En resumidas cuentas, comprender lo que nos toca la fibra, y utilizar este conocimiento al afrontar situaciones críticas, fue una de las formas más importantes de los líderes excepcionales a la hora de utilizar su inteligencia emocional”.
La sexta estrategia es reformular su forma de pensar en la situación.
La forma en que interpreta a las personas y situaciones impacta en su gestión emocional. Ajustar su percepción de un problema puede ayudar a reducir el estrés. Revaluar positivamente una situación puede mejorar su adaptación a las circunstancias adversas.
Los líderes deben aceptar la complejidad y la incertidumbre actuales. En lugar de buscar culpables, han de identificar factores que provocan o sostienen un problema. Reformular los desafíos como oportunidades antes de que ocurran también puede ser beneficioso. Ajustar su manera de pensar sobre una situación puede mejorar su gestión de las emociones, ya que la cognición y la emoción están estrechamente vinculadas.
“Formular buenas preguntas también nos ayuda a adoptar una actitud inquisitiva, que, como hemos leído en este capítulo, es una buena forma de gestionar nuestras emociones y las de los demás en situaciones complicadas”.
La séptima estrategia es fijar límites interpersonales óptimos.
La gestión emocional en profesiones de alta carga emocional requiere la fijación de límites interpersonales adecuados. Profesionales de la salud, como enfermeras y médicos, practican la atención distanciada, que implica ser atentos y compasivos con los pacientes, manteniendo al mismo tiempo una cierta distancia emocional. Para los líderes también es crucial manejar estos límites. Es importante no reaccionar de inmediato, sino dar un paso atrás y tomarse tiempo para reflexionar sobre la situación antes de discutirla. Hacer una pausa es una técnica sencilla que los líderes utilizan para reforzar los límites interpersonales en situaciones delicadas.
Si bien reforzar los límites suele ser necesario, en algunas circunstancias, los líderes deben flexibilizarlos para ayudar a los miembros del equipo a manejar mejor sus emociones y recolectar información valiosa. Esto puede requerir estrechar algunos límites y relajar otros para lograr un equilibrio óptimo.
Es esencial considerar las posibles reacciones que se suscitarán al establecer límites, así como identificar los obstáculos potenciales para implementar este enfoque, buscar formas de superarlos y obtener el apoyo de otros para establecerlos. Además, es importante evaluar si los límites establecidos mejoran la situación, planteándose si han tenido efectos nocivos o positivos en la organización. Un límite básico que los líderes deben manejar es la separación entre el trabajo y la vida personal.
“Piensa en una situación en la que querrías desarrollar una relación más positiva con otra persona o grupo para fomentar la comunicación o la confianza”.
La octava estrategia es buscar ayuda para gestionar las emociones.
Es común pensar que los grandes líderes operan en solitario. Sin embargo, en la gestión de emociones, frecuentemente reciben apoyo. Los líderes más efectivos comprenden el valor de pedir ayuda. Buscar y utilizar la ayuda de otros suele ser la estrategia emocionalmente más inteligente que un líder puede emplear en momentos críticos. Los líderes buscan apoyo de diversas fuentes, a menudo dentro de su propia organización, pero también recurren a profesionales externos, y utilizan su inteligencia emocional para determinar a quién pedir ayuda y cómo hacerlo de manera segura y efectiva.
Un ejercicio útil consiste en crear una tabla que registre a las personas que forman su red de apoyo y especificar en qué áreas son más útiles. Esta red puede incluir tanto a personas dentro como fuera de la organización laboral.
“Mucho se ha estudiado y escrito sobre la importancia de los vínculos de calidad, desde los jefes (actuales y pasados) a los coaches profesionales, cónyuges, familiares, colegas, compañeros y amigos”.
La novena estrategia es ayudar a los demás a desarrollar sus habilidades de inteligencia emocional.
Los líderes con inteligencia emocional también son excelentes maestros que ayudan a otros a desarrollar y aplicar esta habilidad. En sus roles como supervisores, gestores, administradores o ejecutivos, los líderes están en una posición privilegiada para facilitar el desarrollo de la inteligencia emocional en los demás. Aunque se pueden obtener conocimientos sobre inteligencia emocional en seminarios, talleres, libros, etc., los líderes dentro de las organizaciones tienen una ventaja única. Ellos pueden observar a sus equipos en diversas situaciones reales a lo largo del tiempo y cumplir la función de coach.
“La confianza es fundamental para ayudar a las personas a cambiar de una forma emocionalmente inteligente”.
Los líderes pueden proporcionar retroalimentación inmediata o poco después de un incidente. Tienen una mayor capacidad para construir relaciones de confianza con sus empleados, fomentando la apertura y el crecimiento personal. Asimismo, los líderes excepcionales tienden a ayudar a otros a desarrollar su inteligencia emocional de manera informal en el entorno laboral, integrando estos esfuerzos en el trabajo diario, lo que los hace especialmente efectivos.
Las situaciones cotidianas son particularmente adecuadas para cultivar la inteligencia emocional, ya que motivan más y ofrecen múltiples oportunidades para observar a las personas en la vida real y proporcionarles retroalimentación y apoyo continuo.
Sobre los autores
Cary Cherniss dirige el Consorcio para la Investigación sobre Inteligencia Emocional en Organizaciones. Es profesor emérito de psicología aplicada de la Universidad Rutgers. Cornerlia W. Roche es especialista en coaching de gestión en entornos corporativos.