Para fortalecer la tenacidad, practique tres acciones: examine su historia, identifique su propósito primordial y haga lo necesario, aunque le resulte difícil.
Ser tenaz es una cualidad que usted puede aprender a desarrollar. En un mundo como el actual, marcado por retos como la incertidumbre y la ambigüedad, la tenacidad es una poderosa herramienta para gestionar de manera exitosa las dificultades de la vida, incluidos los problemas laborales, y el estrés que ello conlleva. Resiliencia y tenacidad es una combinación clave para el éxito laboral.
La resiliencia implica la capacidad de perseverar y desarrollar la fortaleza para seguir adelante después de una caída, sabiendo utilizar los errores como experiencias de aprendizaje para analizar lo que falló y realizar los cambios necesarios para lograr un objetivo. Existen varias definiciones de tenacidad y los elementos fundamentales que se presentan en la mayoría de estas son “la determinación y la persistencia, empeñarse frente a los retos y las contrariedades”.
Por ejemplo, Angela Duckworth, investigadora de la Universidad de Pensilvania, define la tenacidad como “pasión y perseverancia en pos de objetivos a largo plazo”, y Heidi Grant, reconocida psicóloga, la describe como “la voluntad de comprometerse con objetivos a largo plazo y de persistir frente a las dificultades”. Por su parte, Shanon Huffman Polson, consultora corporativa experta en resiliencia y liderazgo, considera que es “una determinación tenaz frente a circunstancias difíciles”. La tenacidad se fortalece si practica tres acciones: explorar su propia historia, identificar cuál es su propósito fundamental y obligarse a llevar a cabo las tareas necesarias para lograr un fin, aunque le resulten difíciles. La voluntad de llevar a cabo algo que deseamos, aunque nos atemorice, sepamos que será difícil e incluso doloroso, requiere tenacidad. Huffman Polson aprendió esto bajo la guía de su padre, quien le enseñó a desarrollar la tenacidad mediante relatos y preguntas, una habilidad que también pueden aplicar los directivos.
“Tanto la tenacidad como la resiliencia son rasgos esenciales para tener éxito en el trabajo. Por suerte, ambas pueden aprenderse”.
La manera en que se cuentan las historias tiene una importancia clave. Al esforzarse por ser una de las primeras mujeres en pilotar un helicóptero estadounidense altamente especializado, Huffman Polson aprendió la importancia de asumir la total responsabilidad sobre el relato de su propia vida: aunque no tengamos control sobre el curso que tomen las cosas, sí podemos decidir qué hacer con ello y cómo responder ante las circunstancias. Hay una diferencia enorme si ante una caída nos decimos el relato de que fracasamos o fuimos víctimas de las circunstancias, o lo encuadramos como un valioso aprendizaje útil para seguir adelante. Por ello, cuide dónde centra su atención: enfóquese en su meta y en su propósito esencial. Para comprender las lecciones de su propia historia, realice los siguientes ejercicios:
- “Línea de viaje” o “Línea de vida” – Considere las experiencias más importantes de su vida, destile cuáles son sus elementos esenciales y escríbalos. Examine de qué manera afectan su propósito y valores fundamentales.
- Los “cinco porqués” – Este ejercicio desarrollado por Toyota invita a preguntarse cinco veces por qué se hace algo: un “por qué” para cada respuesta. Examine cómo cada respuesta conecta con quién es usted como ser humano. Esa conexión debe ser el cimiento de toda acción, valor y objetivo en su vida personal y laboral, ayudándole a superar las frustraciones y las dificultades.
Perfeccionar la tenacidad implica tres etapas: compromiso –reflexionar en su propia historia y su propósito fundamental–; aprendizaje –crear un grupo de personas que le apoyen–, y emprender la acción: dar el primer paso y otro más, hasta alcanzar la meta. Aprender a hacer cosas difíciles fortalecerá su tenacidad y resiliencia. Thomas H. Lee y Angela Duckworth, especialistas en diferentes áreas de la salud pública, sugieren medir su tenacidad mediante 10 preguntas evaluando, por ejemplo, qué tanto las nuevas ideas desvían su atención; cuál es su dedicación y persistencia para superar obstáculos y alcanzar metas, y si completa sus objetivos a pesar de los obstáculos y cambios de interés, entre otros aspectos.
“En lo fundamental, saber qué situaciones desencadenan tu presión personal te ayudará a evitarlas o a practicar la gestión de tus reacciones en esos momentos”.
Siga cuatro acciones para gestionar las situaciones de alta presión laboral de manera saludable.
Tomas Chamorro-Premuzic, experto en psicología empresarial, sugiere practicar cuatro acciones para manejar de forma saludable las situaciones de alta presión en el trabajo:
- Conocer su umbral – Observe qué tanto y cómo tolera el estrés. Para ello, pida retroalimentación a quienes le conocen, evalúe su respuesta en diversos contextos, observe sus reacciones emocionales ante las situaciones frustrantes y reflexione sobre su personalidad.
- Identificar sus “factores desencadenantes” y practicar – Identifique qué factores le generan alta ansiedad, por ejemplo, fechas de entrega, altas cargas de trabajo, obligaciones familiares o sociales. Planificar, establecer prioridades y normas de comunicación eficientes, elegir qué retos vale la pena afrontar y cuáles no, salir de su zona de confort sin hacerse daño, y practicar constantemente son prácticas que le ayudarán a gestionar la alta presión cuando no pueda evitarla.
- Aplicar estrategias de apoyo – Al afrontar una situación de alta presión inevitable, convertir en hábitos diarios ciertas prácticas es una herramienta invaluable. Por ejemplo, procure ejercitar la respiración, garantizar tener una alta calidad de sueño, meditar y practicar mindfulness, hacer ejercicio y evitar cafeinarse en exceso. Practique también la “regulación emocional”, incluida la “reevaluación cognitiva”, en la que usted reencuadra una situación en una narrativa que la haga menos estresante para usted. Cuide sus pensamientos, pues impactan si percibe una situación como estresante o no.
- No evitar la presión completamente – Para desarrollar su tenacidad, resiliencia y fortaleza, es saludable mantener un cierto nivel de presión en su vida. Poner a prueba sus límites de manera razonable y sin causarse daño ayuda a desarrollar sus capacidades. Aprenda a reencuadrar los fracasos como aprendizajes.
“La presión que sientes en un momento determinado se debe en gran parte a tus propios pensamientos, ideas e interpretaciones”.
Fortalezca la perseverancia al aceptar la incomodidad de hacer cosas difíciles cuando sea útil y saludable.
La vida contemporánea exige enfrentar múltiples tareas y obligaciones en diversos frentes de la vida al mismo tiempo. Al tener que operar en la incertidumbre, el cerebro optimiza funciones enfocándose en la información que ayude a tomar decisiones rápidas, muchas veces, basándose en el instinto y conjeturando. Ello se denomina “sesgo de conveniencia”: hacer juicios precipitados sin considerar a fondo las variables en juego. Ello se debe a dos principios: el de fluidez –para el cerebro es más fácil procesar ideas existentes que generar nuevas– y el de hedonismo: la predisposión a preferir lo que nos hace sentir bien y alejarse de la incomodidad. A pesar de la tendencia del cerebro hacia lo que percibe como cómodo, seguro y conocido, hacer cosas difíciles puede conllevar grandes beneficios. Para lograrlo, afronte los retos con humor y buen ánimo. Realice una “revaluación” y añada incentivos para cambiar la percepción que tenga sobre una tarea, relacionándola con una palabra o frase simple que refiera a lo que desea lograr. Puede decirse, por ejemplo, que al hacer ejercicio se sentirá mejor. También adopte una mentalidad de crecimiento y adquiera el hábito de detectar cuándo está repitiendo antiguos patrones o pensamientos que desee trascender. En un entorno empresarial, puede motivar a su equipo a evaluar experiencias en un entorno seguro, que valore los intentos tanto como los logros.
En el camino de la perseverancia, contar con mentores y una red de apoyo es clave.
Como lo sabe bien Misty Copeland, quien en 2015 se convirtió en la primera mujer negra en ocupar el puesto de bailarina principal del American Ballet Theatre y quien tuvo que navegar un entorno donde sufrió discriminación racial y “microagresiones, a veces todos los días”, contar con mentores que brinden una estructura de apoyo es crucial. En un entorno así, que la ponía en desventaja estructural, Copeland desarrolló útiles aprendizajes sobre la perseverancia; por ejemplo, desarrollar la habilidad de tomar distancia, observar y aprender de la experiencia de otros que hayan atravezado circunstancias similares; comunicar con claridad y franqueza los problemas, y hacerse de un grupo de mentores que brinden apoyo y guía.
“Los mentores fueron los que me ayudaron a sobrevivir”. ( – Misty Copeland, bailarina principal del American Ballet Theatre, exitosa autora y filántropa afroamericana)
Copeland también comprendió la importancia de la paciencia y la constancia, de tener el valor de ser lo suficientemente abierto y vulnerable para aprender y crecer y de aplicar fortaleza e inteligencia ante las dificultades. Asimismo, se dio cuenta de que el camino al éxito no es una línea recta y que no debe compararse con la de otros; descubrió la importancia de labrar su camino a su propio ritmo, con esfuerzo, estando preparada y bien centrada, y manteniendo claro el objetivo que se desea lograr. Una vez que se va logrando el éxito, es importante convertirse en mentor de alguien más que lo necesite.
Discierna cuándo perseverar y cuándo dejar algo.
Perseverar en lo que vale la pena a pesar de las adversidades es una clave para el éxito que promueve el aprendizaje y sus habilidades. No obstante, saber cuándo abandonar algo también es una habilidad fundamental para el éxito. Al persistir en vano y obsesionarse con metas obcecadamente se privará de percibir mejores alternativas que pueden resultar más adecuadas o lucrativas. Apegarse a una meta de manera rígida y antirrealista y perseguirla tenazmente no solo puede conducirle al fracaso, también puede afectar su salud. Evalúe si persistir o abandonar un objetivo considerando los aprendizajes y el desarrollo que ello brinde frente a los costos y riesgos de perseverar obstinadamente.
Ser demasiado exigente es contraproducente; aprenda a identificar cuando lo sea.
Es importante saber detectar si está siendo demasiado exigente, especialmente importante al enfrentar temporadas finitas con cargas de trabajo intensas o si cree que trabajar constantemente es normal. Algunos indicios de que está esforzándose excesivamente incluyen no tomarse tiempo libre, no priorizar sus relaciones personales, la incapacidad de desconectarse totalmente del trabajo, descuidar su cuidado personal por trabajar o pensar que su trabajo define totalmente su valor como persona. Estas señales indican que debe revaluar sus ideas, valores y límites sobre la exigencia, el éxito y la productividad laboral. Recuerde que llevar una vida equilibrada en sus diversas áreas es prioritario y que el trabajo no lo es todo en la vida.
“La incapacidad de tener una perspectiva más amplia en cuanto a lo que consideras tu valor como persona, y en cuanto a la importancia del trabajo en relación con el resto de tu vida, puede ser un indicio de que te esfuerzas en exceso”. ( – Rebecca Zucker, coach ejecutiva)
Practique el sentido de gratitud, orgullo y compasión.
Un líder debe promover en sí mismo y su equipo tanto la perseverancia tenaz ante los retos como las cualidades que constituyen la gracia: respeto, generosidad y decoro. Considere el proyecto Oxygen de Google, el cual investigó qué atributos de las personas en puestos directivos incrementan el éxito del equipo. Se descubrió que junto con el énfasis en la productividad y los resultados, eran igualmente clave la ecuanimidad, la colaboración, el dedicar tiempo a los encuentros individuales y el demostrar interés por la vida social de los trabajadores. Tales cualidades son aún más importantes para lograr el éxito que la experiencia técnica y el impulso por sí solos. Innovar requiere cooperación, lo cual a su vez requiere apoyo mutuo más que un sentido de individualismo.
Los líderes pueden formar equipos más resilientes al fomentar la gracia y la tenacidad en su gente. Para ello, deben cultivar la compasión y la empatía, constituidas por un sentido de aceptación, apego social, apoyo y confianza, la gratitud y el orgullo basado en las capacidades, no en la arrogancia ni la soberbia. Estas tres emociones aumentan la perseverancia y la paciencia y fortalecen los vínculos sociales, contribuyendo así a incrementar el bienestar de los empleados y, con ello, la productividad.
Los líderes deben cultivar una cultura tenaz en sus organizaciones.
La perseverancia y la pasión son elementos clave de la tenacidad. La construcción de la tenacidad organizacional comienza al seleccionar y desarrollar estos valores en las personas mediante el fomento del interés en sus oficios con base en la convicción de que su quehacer tiene un sentido definido y es útil. Así, la perseverancia se traduce en resiliencia y compromiso con la mejora constante. Las personas tenaces se caracterizan por poseer una determinación basada en objetivos claramente definidos y jerarquizados. Para lograr una cultura organizacional tenaz, contar con un conjunto de personas perseverantemente tenaces no es suficiente. Debe asegurar que los objetivos comunes estén bien alineados. Para contratar en función de la tenacidad, busque en el historial de los candidatos evidencias de compromisos a largo plazo, avances, logros y flexibilidad ante dificultades inesperadas. Busque también evidencias de que los aspirantes se hayan repuesto de algún fracaso y tienen un constante hábito de autosuperación.
Los candidatos deben estar motivados por un propósito mayor y que se identifiquen con la organización. El entorno adecuado para desarrollar trabajadores tenaces debe ser exigente y brindar seguridad psicológica, apoyo, confianza y los recursos necesarios para asumir riesgos, equivocarse y garantizar el aprendizaje continuo. Asimismo, las expectativas deben ser viables y estar bien definidas. Los equipos y las personas tenaces tienen las mismas características: el deseo de trabajar con ahínco, aprender y superarse, resiliencia ante lo inesperado y un sentido de propósito y priorización. Por ejemplo, en la atención sanitaria, las personas pueden contar con sus propias jerarquías de objetivos, pero todas se adhieren al objetivo específico del equipo, contribuyendo al objetivo general de la organización. Por eso, las organizaciones deben comunicar claramente sus jerarquías de objetivos de alto nivel y asegurarse que su gente los acepte. También deben implementar normas sociales que refuercen el objetivo de primer nivel. Por ejemplo, en la Clínica Mayo, el objetivo de primer nivel prioriza el bienestar del paciente y por ello los médicos deben priorizar responder, siempre, de inmediato, a los mensajes de su localizador. Asimismo, los líderes de organizaciones perseverantes deben incorporar los valores y objetivos del alto nivel en su toma de decisiones y ser modelos para sus equipos que personifiquen los valores de perseverancia, tenacidad, estándares de excelencia, empatía auténtica y solidaridad en sus acciones.
Sobre el autor
Harvard Business Review es una prestigiada publicación dedicada a la investigación y enfocada en el mundo empresarial. En esta edición, reunió a expertos internacionalmente reconocidos en distintas áreas que comparten valiosas perspectivas, claves y consejos en torno al cultivo de la perseverancia en las organizaciones, los equipos y a nivel individual.